VIOLENCIA POLÍTICA
TESTIMONIO DE DON JOSÉ MARÍA GÓMEZ
En 1.933 el caserío aún se hallaba cubierto de mucha vegetación.
Para el abastecimiento del agua, desde una parte alta de la
población, el agua bajaba por medio de tubos, hasta lo que hoy en día
conocemos como el parque principal, y llegaban hasta tres monumentos que a su
vez se convertían en una fuente y las personas recogían el agua en vasijas.
Todas las casas eran de paja y en el parque de ese entonces sólo había
árboles frutales, como naranjos, pomos y mangos.
La población era 100% campesina, y ellos mismos constituían la ley, la
cárcel era un cuarto aislado de la población y a los presos le ponían cepos
(cadenas), las peleas en ese tiempo no eran con armas blancas y además las
cuentas pendientes eran arregladas en Pascua.
El primer cementerio se construyó en el cerro de la cruz, lo que
actualmente conocemos como San José.
El 9 de noviembre de 1.949, se vio turbado el orden público en este
estado del territorio nacional. Esta medida obedeció principalmente al
asesinato del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán, acaecida el 9 de abril de
1.948 en Bogotá y sus posteriores consecuencias de vandalismo y de barbarie,
que constituyeron prácticamente una guerra civil no declarada entre los
partidos tradicionales y que dejaron un saldo de muertos que oscilaron entre
180.000 y 30.000, según los principales historiales de Colombia.
Pbro. Clememte Giraldo. |
Nuestro municipio no escapó de aquel flagelo. Fue así como el 31 de
marzo de 1.952, un grupo de bandoleros incursionó en el territorio sanluisiano
e inició un genocidio (exterminio) entre el Rio Magdalena y el Rio Samaná (La
Chusma).
Enceguecidos por el sarcasmo político, los bandoleros se dedicaron a
masacrar familias enteras del pacífico e indefenso campesinado de nuestro
pueblo. Fue un tiempo fatídico que enlutó a nuestros hogares y cuyas secuelas
de odio reprimido, determinaron sin lugar a dudas el comportamiento político de
años posteriores; quienes tuvieron la desgracia de vivir en carne propia el
conflicto, sostuvieron que el número de víctimas superaban el medio centenar.
Según Pedro Mira, guía obligado de los bandoleros, que se logró fugar,
el número de bandoleros era de 50. El propósito era entrar a la población, pero
al escapar su guía, parece, tomaron la determinación de regresar por temor a
que la población ya estuviera prevenida.
En el centro del antiguo cementerio se construyó tristemente una cripta
ó fosa común hecha por iniciativa de don Néstor Gómez, tesorero municipal en
ese entonces, como testimonio mudo de los fatídicos hechos en que perecieron
nuestros coterráneos y que guardó los restos de las víctimas hasta la construcción
del nuevo cementerio.
Han pasado muchos años y quizá los suficientes para comprender que estos
hechos y los similares que ocurrieron en todo el territorio nacional en esa
época, no son imputables de un partido determinado, sino que fue un fenómeno
socio-político en el que estuvieron involucrados desde los altos dirigentes del
país hasta humildes habitantes, que se vieron inducidos a entrar en las luchas,
asustados por sus dirigentes en forma irresponsable, ó por el ánimo de la
venganza que generaba la pérdida de los suyos; porque es bien sabido que la
violencia genera más violencia.
REFERENCIA:
Municipio de San Luis Antioquia, memoria cultural, alcalde popular
2.001-2.003, Hernando León Martínez, director cultura y deporte Álvaro Hernán
Gómez, pág 41, 42 y 43.
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